viernes, 26 de julio de 2024

AUSENCIA A LA DISTANCIA

 




El teléfono sonó en medio de la noche,
una noticia que no quise oír, que no quise tocar,
mi padre se había ido, y yo estaba lejos,
en un rincón del mundo, donde el dolor fue un eco sin fin.

Las palabras de la canción de Tercer Cielo resonaron,
“Yo te extrañaré”, me susurraron en el oído,
cada nota fue un lamento, cada verso un grito,
porque el amor se quedó, pero el abrazo se fue.

Vivía en un sueño, en un hogar que no era mío,
y el espacio entre nosotros se sintió infinito,
la distancia fue un monstruo que consumió la esperanza,
y el recuerdo de su voz fue la única danza.

“Te extraño” fue un mantra en cada rincón,
una oración que se repitió, un duelo sin razón,
en cada línea de la canción, un pedazo de mi alma,
en cada palabra, un lamento que calmó.

No pude volver, no pude tocarte,
solo sentí la tristeza en mi pecho latir,
en cada canción, en cada lágrima derramada,
mi padre se fue, pero el amor nunca acabó.

La distancia fue cruel, el tiempo implacable,
pero su recuerdo me envolvía, su amor era tangible,
y aunque estuve lejos, sentí su presencia cercana,
en cada nota, en cada verso, su esencia nunca se apagó.

“Yo te extrañaré”, sí, en cada momento,
en cada rincón del alma, en cada sentimiento,
porque en el dolor, en la distancia y en la ausencia,
encontré su amor eterno, su presencia en la conciencia.

Así, cerré los ojos y escuché la canción,
dejé que cada palabra acariciara mi corazón,
porque aunque estuve lejos, y el duelo fue inmenso,
su amor vivió en mí, y eso fue lo más intenso.

Ausencia a distancia, una herida que dolió,
pero el amor persistió, y nunca murió,
y en cada lágrima, en cada nota de la canción,
sentí a mi padre, en mi pecho, en mi canción.

Maribel Zerpa

Julio 2024


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